Las ganas de descubrir cosas nuevas nos lleva con mucha frecuencia a experimentar métodos diferentes para conseguir lo objetivos que figuran siempre entre nuestras propiedades y necesidades, en la idea de que cualquier cambio que asumamos con naturalidad, nos aportará siempre dos cosas, una solución y una satisfacción.
Cambiamos de dieta para conseguir adelgazar de otra manera más satisfactoria, cambiamos de actividad deportiva para buscar el reencuentro con el placer de hacer ejercicio o nos proponemos sustituir nuestra fórmula para depilarnos por otra nueva que nos haga sentirnos bien con respecto a algo tan tedioso como arrancarnos el vello, porque tampoco podemos renunciar a sentirnos bien.
En este último caso, para superar esa incomodidad buscamos alternativas como la depilación láser que podemos encontrar en cualquier centro de depilación láser y fotodepilación de Madrid, por ejemplo, los más reconocidos y profesionales del panorama médico del sector.
Y es que la depilación es en sí misma una solución, la mejor solución para acabar con el vello que no deseamos y un tratamiento médico que gana adeptos con cada paciente que elimina su vello de forma definitiva, porque la depilación láser es definitiva, para siempre.
Sin embargo, en esa búsqueda de esa satisfacción en la búsqueda de encontrar una técnica que nos haga depilarnos con placer, nos deslizamos al lado opuesto. En la dirección de buscar una referencia en lo que consideramos un valor, en la tradición. Y la tradición no siempre es una referencia saludable. Lo viejo no tiene porqué ser siempre bueno.
En la actualidad, se aplican técnicas milenarias para la eliminación del vello corporal a las que les damos la credibilidad y la autenticidad de todo lo que consideramos antiguamente remoto. Tradicional y efectiva parece ser la acupuntura china, los masajes terapéuticos tahilandeses, pero ninguna institución médica seria y oficial de nuestra cultura occidental las ha acogido como métodos útiles para mejorar la salud de los ciudadanos.
En esa línea de apreciar el descubrimiento de lo remoto, tradicional y antiguo, se ha puesto de moda la llamada depilación egipcia que no puede competir en efectividad, ni de lejos con la moderna depilación láser médica que podemos encontrar en cualquier centro de depilación láser y fotodepilación de Madrid.
La depilación egipcia, como cualquier otro sistema de eliminación de vello de la antigüedad no es definitivo, la depilación ha de realizarse tantas veces como el vello crezca más allá de la medida tolerable por su portadora. En éso la depilación egipcia tampoco se parece en nada a la depilación láser.
La depilación egipcia se recomienda a personas con problemas con su circulación sanguínea, como una suerte de masaje añadido que estimula el flujo intravenoso, todo con la aplicación de una técnica que no está supervisada por ningún facultativo como sucede en el caso de las clínicas depilación láser de Madrid, por ejemplo. Hablamos de una depilación sin control.
La depilación egipcia incluso se plantea como una experiencia recomendable para la eliminación del vello en los genitales, en la medida en que puede resultar placentera. La idea es aplicar una solución, con las medidas que cada uno considere, de agua, azúcar y miel, trufado de flores de Bach y aceites esenciales cuya composición nunca se detalla en las notas de divulgación.
Se trata de un argumento bastante frecuente en web estéticas españolas y anglosajonas y, sobre todo, está presente en la información que alrededor este asunto también se divulga en los foros de salud y en los de aplicaciones terapéuticas milenarias, curiosamente al lado de otros comentarios relacionados con el sexo tántrico.
Sin duda, se trata de una forma de comercializar y hacer atractivo un viejo producto nuevo en la medida en la que el sexo y todo lo relacionado con su misterio, vende. La depilación láser médica tiene todas las garantías que puede aportar la medicina y los controles de la administración sobre una aparatología en uso, extensamente probada y con presente y mucho futuro. La depilación egipcia, no.
Las técnicas milenarias de depilación o como no fiarse ni un pelo, o como no fiar nuestro propio pelo.